jueves, 27 de septiembre de 2007

[bajo condición de informar]

sin haber nunca estado en Pompeya,
describe las uniones, los divorcios,
la yerba, las motocicletas, las pinzas
usadas por las jovencitas para arrancarse
los pelitos de la reunión familiar,

acostumbra colocar un agujero
sobre otro, dice grandes trombas,
medios principales del escalofrío,
la temperatura oscila mucho
coincidiendo con intensas reflexiones
al final de las fiestas no llevadas a cabo,

sin haber nunca estado en Pompeya,
toma las curvas de la autopista a 130 por hora,
olvida su identidad como
posición refractaria del vientre,
y a menudo lo único que tiene
de común con Pompeya
es una vieja colección de Playboy
que alguna chica—visita ocasional— hojea
mientras él busca en la cocina
whisky o algo de ron
a ver si queda,

José Carlos Becerra

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